En muchas ocasiones ya hemos resaltado todos los beneficios que podemos encontrar si consumimos jamón. Por un lado, ya sabemos que el jamón ibérico sirve para controlar el exceso de colesterol malo ya que tiene cantidades de grasas instauradas. Por otro lado, también conocemos ya los minerales que contienen (calcio, magnesio, fósforo, hierro o zinc así como vitaminas pertenecientes al grupo B) donde las vitaminas se convierten aquí en una fuente de energía extra. Al mismo tiempo también conocemos su labor antioxidante y sus proteínas, ácidos monoinstaurados y ácido oléico son por ello perfectas, por ejemplo, para cualquier dieta de un deportista (por ejemplo running “El jamón en la dieta del running“).

Antiguamente se pensaba que el jamón era negativo para los enfermos que padecieran problemas cardiovasculares, pero los últimos han demostrado que esta teoría no estaba en lo cierto. Por ejemplo, un estudio demostró que el consumo moderado de jamón ibérico (ya sea de cebo o de bellota) mejora los vasos sanguíneos además de la presión arterial. No sólo eso, además, estos beneficios se mantienen en el cuerpo durante seis semanas.

Después de estos resultados, ya se desmontó la teoría de que el jamón es un producto perjudicial para la población que padece patológicas metabólicas y/o cardiovasculares. El estudio desmiente su efecto negativo, siempre y cuando, su consumo sea moderado. De este modo, se pasó de pensar que el consumo de jamón ibérico era negativo a afirmar que dicho consumo, no sólo no es negativo, sino que además tiene un beneficio cardiovascular. El consumo de ambos jamones demostró que se producía una mejora en la función endotelial ( si buscamos su definición encontramos que; la disfunción endotelial, o la pérdida de la función endotelial adecuada, es una característica de las enfermedades vasculares, y es a menudo considerado como un evento temprano clave en el desarrollo de la arterioesclerosis).

Por otro lado, el estudio también demostró que ninguno de los dos jamones, ya sea el de bellota o el de cebo, producen triglicéridos. Otra de las relevancias del estudio fue demostrar que el consumo moderado de jamón también facilita la reducción de la presión arterial a pesar de su contenido ‘alto’ en sal. Se atribuye este descenso de la presión arterial al mejor funcionamiento endotelial. Estos beneficios, tanto el de la función endotelial como el de la disminución de la presión arterial, permanecieron hasta seis semanas después de haber consumido jamón lo que se conoce como el “efecto memoria”.

Después de estos resultados, la tendencia a pensar que el jamón es negativo para la salud está en declive. No sólo no es malo, sino que además, su consumo moderado es beneficioso.